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Reparación al Corazón de Cristo, al Corazón de Dios, al Corazón del mundo

Dra Nurya  Martínez - Gayol: "Imágenes de la Reparación"

La fuente principal de la que bebe la espiritualidad reparadora no pueda ser otra que la contemplación del Corazón traspasado de Cristo en la Cruz, símbolo de la vida divina derramada en el mundo para su salvación. Los Padres de la Antigüedad cristiana, lo captaron perfectamente al hablar de la fecundidad de vida eterna que producía la sangre derramada de Cristo al caer sobre la tierra:

  • El Corazón del Hijo es puerta abierta al Corazón de Dios (es el revelador definitivo de quién es Dios).

  • Pero el Corazón del Hijo se ha incrustado también en nuestra tierra de tal modo, que a partir del acontecimiento de su muerte y resurrección se ha incoado en la tierra, y con él la salvación:

  • el Corazón de Cristo es el Corazón del mundo, y sigue bombeando amor, vida y entrega hasta que el universo entero sea reconducido a Dios definitivamente en el Cristo total. Entonces sí, entonces en su Corazón glorioso latirán, al pulso de Dios, todos nuestros corazones.

 

Por otra parte también podríamos decir que el Corazón de Cristo está aún roto y herido en los miembros más débiles de su cuerpo, en los más pequeños, los más frágiles... en los más distantes.

 

 

Jesús nos ha otorgado un corazón nuevo, nos ha posibilitado un nuevo modo de vida según el Corazón de Dios. Es Cristo el que dejando transformar su corazón humano por toda realidad de dolor, sufrimiento... hasta la muerte, “repara nuestro corazón”. Pero su corazón, como nuevo espacio del encuentro del hombre con Dios, sólo habrá alcanzado la plenitud escatológica, cuando toda criatura y todo corazón, se hayan incorporado a él. En este proceso de “reconstrucción del Corazón de Cristo en Dios”, de reunificación de toda la realidad creada en Cristo, todos nosotros somos invitados a participar. En este sentido, es posible afirmar que estamos llamados a "reparar el corazón de Cristo", es decir, a la tarea de reconducir reorientar hacia él, a su Corazón, a toda la humanidad; en este proceso, nada queda fuera. Cada uno de nosotros, la entera humanidad, la historia, la creación... todo lo herido sangra desde el Corazón del mundo, en el Corazón de Cristo, en el Corazón de Dios.

 

La praxis de “la reparación al Corazón de Jesús”, el deseo de reparar el Corazón de Cristo, permite entonces pensar en un mundo reparado y comprometerse a fondo con él, y hacerlo “en Cristo y desde Cristo”.

 

Acoger el amor que el Padre nos ha manifestado en su Hijo encarnado por medio de su Espíritu, no puede sino hacernos reaccionar generosamente con un amor personal (redamatio) y con un íntimo deseo de identificarnos con Cristo y solidarizarnos con todos los hombres y mujeres colaborando con Él.

 

En último término, es el reconocimiento agradecido de ese amor hasta el extremo, contemplado en el corazón abierto del crucificado, el que ha apasionado a lo largo de la historia a hombres y mujeres y los ha lanzado a las brechas del mundo y de la historia, hasta dejar en ellas la vida... para dar vida en abundancia (Jn 10,10).

 

IMAGENES DE LA  CASA

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